Reconocidos como síndromes ligados a la cultura, estos dos términos definen unos comportamientos definidos por localismos y creencias que afectan real y efectivamente a las personas.

Así lo definen en un estudio presentado por un equipo mexicano de la Universidad Autónona de México, liderado por la bióloga María de la Soledad Mata Pinzón, especialista en etnobilogía.

Los efectos van desde la pérdida general de la vitalidad y ralentización del metabolismo, falta de voluntad y de poder, falto de recursos y de ánimo, mala respiración, corta e insuficiente, mal dormir, bostezos, cansancio, insomnio, malestar e incluso nauseas, inquietud, llanto desconsolado o fiebre.

El informe reconoce que tradicionalmente estas situaciones las desencadenan una fuerte y repentina impresión por un suceso considerado amenazador o peligroso por la cultura del colectivo al que se pertenece, y es cierto que en medicina estos procesos se tratan desde el punto de vista de una alteración del sistema nervioso central y del sistema central autonómico.

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