Hay tres cosas que condicionan nuestra capacidad olfativa: haber heredado una biología adecuada, vivir en un entorno adecuado o tener las experiencias adecuadas y, aunque no podremos controlar todos, algunos sí, y esta es una buena noticia.

A pesar de que casi todos imaginamos nuestro olfato como un sentido limitado, existen numerosas formas en las que se puede mejorar la experiencia olfativa.

Lo primero es aceptar que cada uno de nosotros tiene una capacidad diferente para detectar, discriminar y nombrar olores pero que, a partir de ahí, es importante considerar las tres fuerzas impulsoras para mejorar: nuestra estructura biológica, nuestra experiencia  y nuestro entorno.

Nuestra bilogía determinará la manera sobre cómo asociamos el olor. En otras palabras: debemos ser conscientes de la reacción automática e involuntaria de nuestro cuerpo y nuestra mente en el momento en el que olemos algo.

En segundo lugar, debemos entender que nuestras experiencias de vida determinan nuestras reacciones al olor: no importa si fueron normales, especiales, cotidianas o entrenadas. Todas ellas han influido e influirán en tu sentido del olfato.

Por último, nuestro entorno es extremadamente importante. Los olores del ambiente en el que estás y de la comida que comes influye en el despertar de tu conciencia olfativa.

Como ves, se trata de un ejercicio sencillo que puede cambiar nuestra forma de ver la vida y en el que, en lugar de resaltar las debilidades de nuestra nariz, reforzamos las vías por las que podemos aprovechar todo nuestro potencial olfativo.

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