La intuición nos dice que los olores son una parte importante de nuestra construcción interior como seres humanos porque el oler algo es, siempre, personal e íntimo y hoy los hechos demuestran que ella tenía razón: todas nuestras experiencias vividas están inscritas en las autopistas químicas de nuestros cerebros.
Esta idea es de Jane Levi y la presentó en el Simposio de Gastronomía “Gastronomía: pasado, presente y futuro” en Dublín en el año 2012.
Levi es una especialista en antropología de la alimentación y profesora invitada del King’s College de Londres y en esta ponencia explicó que “el olor es básico y primario; pero también es trascendente” porque nos ayuda a tener una comprensión más profunda de las experiencias que vivimos y de nuestro papel en ellas.
Esta información que registramos al oler puede ser consciente e inconsciente, dijo, y topa con la gran dificultad de que no poseemos, habitualmente, las palabras que se necesitan para describir con exactitud lo que el olfato nos aporta, y ésto lo aleja de nuestra cotidianidad aun estando siempre tan presente.
La doctora Levy concluyó que, hoy, reconocer todo lo que el olfato nos aporta en nuestra vida, puede contribuir de forma significativa a la comprensión de qué es lo que nos hace humanos y de cómo es que funcionamos día a día.